lunes, 24 de mayo de 2010

Localizando - Parte 2


Un mes después de visitar la primera posible localización, me embarqué junto a Xavier Prilló, amigo de mi padre y coproductor de "La invasión de los Cocos Andantes", en una nueva búsqueda del hogar de nuestras criaturas. En esta ocasión fuimos, mas o menos cerca de Cardadeu, a casa de un amigo íntimo de Xavier, cuya casa era eso, una casa moderna en medio, eso sí, del bosque. Joan, el amigo de Xavier, nos puso en contacto con el dueño de otra masia, donde curiosamente habían rodado la pelicula de "Remake" de Roger Gual. La masia se veía desde ahí, en la cima de la montaña, en una explanada y con el bosque a sus pies. Aquello prometía, así que partimos hacía allí.

Tras recorrer gran parte de la montaña y sus caminos forestales, bordear el pantano, ver un castaño gigante, apartar piedras gigantes del camino y quemar un poco el embrague, nos dimos cuenta de que nos habíamos perdido. Así que decidimos volver por donde habíamos venido, y entonces nos encontramos subido en un quad a otro Xavier, uno de los propietarios de la masia a la que intentábamos llegar. Se rió de la vuelta que habíamos dado. Después le seguimos y en 5 minutos de persecución, llegamos a un paraje inconmensurable. La masia de Can Cuch, que por desgracia para nosotros había sido reformada y convertida en un hotel de lujo con vistas al mar. De verdad, se veía el mar. Nos enseñaron todas la habitaciones y pudimos comprobar que nuestros hombres Lobos no tendrían recursos económicos para vivir allí. Expliqué a Xavier que era lo que buscábamos, y rápidamente me dijo que debíamos ver Can Quintana. Una antigua masia, casi sin reformar y con leyendas muy negras sobre ella. Según me explicó habían dejado sal en una de las habitaciones, para purificarla de malos espíritus, y al día siguiente la sal se había vuelto negra. Que miedo. Espero que esto no alarme a nadie del equipo del rodaje. Llegamos a Can Quintana, que ahora era un pequeño restaurante casero, en cinco minutos desde Can Cuc, y la verdad es que tenía un aspecto terrorífico, justo el que buscaba. Entramos y conocimos al inquilino que llevaba el negocio, siempre de la mano de Xavier, nos enseñó el piso superior... y quedé conmocionado. Aquello era lo que buscaba. Daba miedo. Todo sin reformar. Suelo de madera que crujía, paredes de piedra, puertas roídas por los años... El inquilino nos contó de las leyendas, y aseguró que allí nada de nada, que él había dormido la primera noche solo en una de las habitaciones, y que no pudo pegar ojo por unos ratones que hacían ruido en las cañerías, pero que por lo demás, solo eran habladurías. Después nos dijo, en plan confidencial, que realmente pasó la noche acojonado. Así que si finalmente grabamos en ese lugar, lo único que hay que hacer es buscar esos malditos ratones. Les expliqué la cantidad de días de rodaje, fechas y demás y parece que no habría problemas. Ya teníamos una posible localización como interior. Al respecto del bosque y caminos forestales que necesitábamos, Xavier se ofreció para ayudarme a encontrar lo que buscaba en una próxima visita, si finalmente se realiza allí el corto.

En las próximas semanas tenemos apalabrada la visita a otra masia. Veremos si mejora a esta, que realmente se ajusta a donde vivirían nuestra singular familia.

Localizando - Parte 1



Esta nueva entrada sobre el cortometraje de "Zona de caza" constituye el relato de como van las localizaciones. Los lugares donde debería rodarse el corto. Para que se hagan una idea, buscamos una casa muy antigua, sin reformar y a poder ser con un frondoso bosque cercano.

La primera masia que visité estaba en el Montseny, cerca de Arbúcias, y fuí acompañado por Xavier Ascaso, actor que interpretaba al general de "Space monster" y que conocía a los chicos que vivían allí. Dejamos el coche en la entrada de un camino forestal, donde nos esperaba Carlos y sus dos hijas. Subimos a su destartalado Seat Panda, y tras 20 minutos de tortuoso camino a través del bosque, llegamos a la masia donde vivían. Estaba en medio de la naturaleza, y desde allí no se veía ni rastro de la civilización. El lugar ofrecía rincones fascinantes, con riachuelo y espesa vegetación, pero la masia que vimos eran muy convencional, le faltaba esa garra de temor, que buscábamos para ser la madriguera de unas criaturas centenarias. La curiosidad fue ver que los amigos que vivían allí, estaban totalmente integrados con el medio. Convivían allí varias familias, compartiendo espacios y utensilios. Fue gratificante comer con ellos y charlar sobre su modo de entender la vida. ¿Quién no ha pensado alguna vez en un cambio así? Recuperar la tranquilidad, borrando de un plumazo los atascos, el ruido, la contaminación, las prisas... y ganando vida. Pero es algo difícil de cambiar, o por lo menos de intentar. Yo el primero.

En definitiva, aquel sábado no encontré la masia para las criaturas, pero me encontré con algo curioso y diferente. Seguiremos buscando el lugar donde viven los Hombres Lobos.